Al otro lado de tu voz

Catherine Wheel - Happy days (1995)
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El estilo shoegazing, vocablo nacido de la prensa especializada inglesa, representaba a las bandas que inocularon a su música fuertes cargas de distorsión por los efectos de sus pedaleras, y que amalgamaban prodigiosamente con ruidismo y melodías espaciales, acompañadas de voces susurrantes, melancólicas y evocadoras.

Catherine Wheel es una de las bandas que se mantuvo inmersa y adscrita a este estilo, pero que agregó pizcas y partículas de rock pesado al género, consiguiendo un sonido bastante particular a diferencia de otras bandas que compartían el concepto como Ride o Lush. Su primera producción «Ferment» logró consolidar a la banda y establecerla como una de las abanderadas del género. Aquel estilo peculiar donde las armonías y los ritmos se superponían a sus sucias distorsiones guitarreras, se convirtieron en un factor concluyente para que su primer disco sea considerado uno de los mejores en la historia del shoegaze.

«Chrome», su segunda placa, retoza y acaricia la onda de su disco antecesor pero por otro lado se alimenta de influencias rockeras estadounidenses y para ser más preciso del sonido Seattle (léase Grunge) que se cocinaba a lo largo de la década de los noventa. Catherine Wheel había traído a la luz un disco de polendas, pero que no tuvo la repercusión del primero. El encasillamiento al shoegaze le estaba jugando la mala pasada. La prensa especializada y los ‘fans fatales’ no podían perdonar tamaño atrevimiento sonoro, el pecado estaba consumado y la penitencia no los salvaría. Luego de este pasaje la banda no fue más la misma, tampoco su sonido.

En 1996 aparece “Happy Days”, el disco se mostraba más extremo. Habían abandonado sus orígenes (pero no del todo) y abrían paso a otros mercados, aquel que ya habían empezado a explorar en el Chrome. Norteamérica representaba un nuevo camino, sumando más adeptos, pero con la misma calidad musical profesa, sin dudas.

Rob Dickinson, Brian Futter, Dave Hawes y Neil Simons iniciaron un cambio radical con un rock más áspero. “Happy Days” debía de desatar la crisis de identidad que los amarraba a su pasado. Quizás para los puristas y arraigados al Britpop la visión de banda que «se miraban las puntas de los zapatos al tocar» había desaparecido. Sin embargo, desde otros ángulos musicales, la banda inglesa se erigía como postulante a una de las más representativas del rock pesado británico.

Pero repasemos un poco esta producción que desde el primerísimo track amplifica el sonido con una explosión de riffs guitarreros. «God Inside my Head», el título delata el sonido cuando un sufrido Dickinson se estremece, pero no se le puede criticar nada a esa voz prodigiosa que se balancea entre lo duro y adorable. El disco continúa entregando pegajosos estallidos en temas como «Waydown» y «Little Muscle» que destaca por sus ritmos martillantes al mismo estilo de la banda de Trent Reznor, por lo menos esa fue mi primera sensación.

El equilibrio lo marcan temas como «Heal» y «Eat My Dust You Insensitive Fuck», y es que el shoegaze se filtra y desescama los orígenes, sin pensar que se trata de reminiscencias. Dos buenos temas por sus cuatro lados y por todos los que hagan falta.

Otros títulos dignos de destacar son «Love tips up», «Shocking» y «Eat my soul», que nos regalan un pop muy agradable y proporcionado, haciéndose merecedores de buenos piropos. Es para destacar la participación de Tanya Donelly (The Breeders / Belly) en los coros de «Judy staring at the sun», dándole un toque celestial y placentero al tema.

El disco suena muy bien, se acomoda y deja que uno se acomode, entrega un poco de aquí y de allá sin exagerar. Recorre lo más duro sin abandonar el pop divino. Tiene todo sin ser obra maestra y te lleva a donde quieras.

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